atrapada entre la primavera y el invierno.
El día de hoy es febrero. Veintiséis de febrero para ser exacta. ¿Sabes lo que es estar en medio de una transición? Creo que es precisamente cómo se siente un veintiséis de febrero.
Es saber que las cosas están apunto de cambiar pero no sabes qué hacer exactamente: Quieres ponerte ropa ligera pero no es primavera aún y en cualquier momento puede venir un viento helado; aunque también hace demasiado calor para usar suéter y definitivamente el sol ya no lo permite, a menos de qué quieras terminar empapada en sudor.
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¿Sabes? Es como cuando estás atrapada en medio de algo. Lo anterior se siente tan lejano y lo siguiente parece nunca llegar.
En el patio hay hojas secas que se siguen cayendo de los árboles, que no importa cuantas veces las barras, siempre aparecen más y más. A pesar de eso, el árbol ya tiene hojas nuevas y no logro entender como algo puede estar tan seco y vivo a la vez.
El césped tiene tramos secos y otros revedecientes <creo que acabo de inventar esa palabra>, igual mis plantas. Después de largo y crudo invierno, aún se ven los estragos de la helada como cicatrices que parece que se rehúsan a desaparecer. Algunas flores ya comenzaron a brotar pero otras se quedaron secas y no sé si recuperarán la vida que antes tuvieron.
Me siento en medio de esta metamorfosis extraña en la que terminé involuntariamente y sin darme cuenta. Diría que no ha pasado demasiado en mi vida pero no es cierto. <Aunque así se siente.> Pero todos los días parece que las cosas se mueven de su lugar y algo cambia. Nada se ve igual y eso me tiene confundida.
Soy Tauro ascendente en Géminis y el otro día alguien me preguntó cómo vivía esta dualidad. Creo que es precisamente eso: estar en un estado en el que parece que todos los días cambia algo para siempre y solamente querer que las cosas dejen de moverse.
Para ser verdad quisiera que estas dos estaciones ya decidieran cuál de las dos se quedará vivir porque me tiene cansada estar en un veintiséis de febrero que no me deja claro cómo tengo que actuar, cómo debo vivir y salir sin terminar helada o muriendo de calor. Ya no quiero estar en esta transición perpetua que se siente que las cosas están apunto de cambiar pero no cambia por completo y la espera es confusa.
Muchas veces hemos hablado de la metamorfosis por la que atraviesan las orugas para convertirse en mariposas. Es cierto que son muy hermosas al terminar, pero me pregunto si alguien alguna vez se ha preguntado que sienten las mariposas justo antes de romper su capullo.
¿Alguna vez alguien les preguntó cómo pasan esos últimos días después de semanas de estar a oscuras, sin poder moverse ni ver nada? ¿Qué es sentirán al estar ahí adentro? ¿Se sentirán asfixiadas? ¿Le dolerán sus nuevas alas y sentirán que el caparazón las aprieta demasiado? Quisiera hablar con ellas y entrevistarlas. Lea preguntaría cómo lo lograron y si podrían darme algún consejo.
Creo que si las mariposas pudieran hablar de sus últimos días dentro del capullo dirían que se siente igual que un febrero en el que no sé si quitarme o ponerme el suéter, si salir con sandalias o botas o si me llevo un paraguas por si al cielo se le ocurre llover.
Con amor,
Majo.
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