Cartas desde mi embarazo #1: Al compañero de mi vida
Desde este embarazo que fue tan mío y también tan tuyo.
A pesar de que nuestras experiencias fueron diferentes, como papá y mamá, estoy feliz de haber podido presenciar cómo te convertías en el papá de nuestra hija.
Este embarazo fue tan mío y tan tuyo, de los dos. Nos pasamos nueve meses prácticamente solo nosotros, lejos de nuestras familias y amistades. Por lo que nuestra experiencia fue tan íntima, tan personal, tan palpable. Yo la llevé en mi vientre, puse mi cuerpo y tú hiciste suceder todo lo demás.
Sé que lo he dicho muchas veces, pero quiero dejarlo por aquí escrito para no olvidar. Sin ti, mi experiencia embarazada jamás habría sido la misma.
Me cuidaste como nadie, entendiste si necesitaba dormir un poco más, caminar más despacio, tener un tiempo a solas, llorar en tu hombro, un abrazo fuerte, comer un snack o un baño caliente. Me compraste mis gomitas agridulces favoritas y cumpliste todos y cada uno de mis antojos.
Nos fuimos a Europa con todo el nervio de que algo pudiera salir mal pero con aún más ilusión de que todo pudiera salir bien. Caminamos kilómetros y kilómetros en Roma, París y Londres y jamás perdiste la paciencia aún y las veces que yo me pasé de necia o intolerante. Fue para mí un sueño cumplido que sabíamos se presentaría pocas veces la vida y nos aventamos. Nos cuidaste a mí y a la bebé, nos divertimos como nunca. Todavía volteo hacia atrás y todo sigue pareciendo un sueño.
Un día te confesé que me abrumaban mucho las decisiones que había que tomar de lo que necesitábamos comprar para la bebé. Sentía que todo era demasiado: los cambios de mi cuerpo, mi miedo al dolor de parto, los malestares, los consejos no pedidos y el bombardeo de información en redes sociales. Fuiste tú quien investigó sobre cada cosa: carriola, cambiador, cuna, biberones, lista de regalos. Viste todos los videos sobre carriolas en Tiktok y Youtube y manejaste 2 horas para ir por el mueble de ropita. Lo hiciste posible y hoy todo ha funcionado increíble para ella.






Me cuidaste emocionalmente, tuvimos pláticas largas e intensas que empezaban conmigo llorando de ansiedad, preocupada por algún tema y tú te sentabas, con la paciencia del mundo para darme calma y hacerme ver las cosas con claridad.
Desde que nos enteramos que estaba embarazada, te mostraste emocionado e ilusionado, pero también fuiste paciente conmigo y con todos los cambios que hubo que asimilar. Viste mi panza crecer, mis pies hincharse, los kilos que gané y las estrías que aparecieron en mi piel las últimas semanas. Cada día reafirmo que eres la mejor persona para mí en el camino de mi vida, el indiscutiblemente, el mejor papá para nuestra hija.
No pudimos hacer un baby shower en Monterrey por la distancia y el presupuesto, pero me encantó el esfuerzo que pusimos en prepararnos emocionalmente y psicológicamente para su llegada a través de todas nuestras pláticas. Nuestro departamento es de un cuarto, así que la decoración para ella fue limitada, pero la cantidad de amor con la que la recibimos es lo que yo valoro aún más.
Fuiste a todas y cada una de las consultas con la ginecóloga y los estudios que hubo que hacer para la bebé y para mí. Estuviste ahí conmigo, enterado de cada situación e incluso con más entendimiento de los tecnicismos que yo.








Un día, platicando me dijiste que este había sido el mejor año de tu vida y se me llenó el corazón porque me di cuenta que también fue el mío. Nos casamos el octubre pasado, nos mudamos juntos en noviembre (esto también implicó mudarme de país), viajamos, vimos a nuestros amigos casarse y los últimos tres meses de embarazo desaceleramos para saborear hasta el último día.
Días antes de dar a luz, me llenó de nostalgia de pensar cómo habíamos vivido los últimos nueve meses. Básicamente tú y yo, sin mucho ruido al rededor. Hicimos todo lo que quisimos como un compromiso de disfrutar al máximo ser tú y yo, antes de la llegada de la bebé. Caminamos, nos reímos, compartimos cafecito, pan, películas y noches de cine. En este tiempo nos conocimos como nunca antes.
Una noche antes, te pedí que fuéramos a platicar y te conté sobre todos mis nervios y el miedo que me daba el parto y una vez más me tranquilizaste y me hiciste saber que ibas a estar ahí para mí y que lo había hecho increíble todos estos meses. Todo iba a salir bien como hasta ese día.
Llegó el día nueve de septiembre y después de dos días de inducción, nació nuestra hija. Recuerdo perfecto, y nunca voy a olvidar, que al nacer la bebé, mientras las enfermeras y pediatra la revisaban a ella, tú te quedaste conmigo sosteniendo mi mano. Me sostuviste y te quedaste a mi lado. Sabíamos que ella estaría bien, pero tú querías asegurarte de que yo también estuviera bien después de horas tan intensas. Ahí entendí que podrías convertirte en el papá de mi hija, pero también seguirías siendo mi compañero y cómplice.
Quiero escribirlo todo por aquí, por que aunque sé que habrá quienes digan que es lo que un papá debe hacer, también sé que no es la realidad en todos los casos y por que me enorgullece el hombre que eres.
Eres puerto seguro, calma, paz, calidez, cariño, refugio. Yo fui refugio, hogar, cuerpo para ella durante nueve meses y tú lo fuiste para mí. Te amo.
🥹💖💖💖 congrats!
Conmovida hasta las lágrimas 🥹🩷✨
De los mejores tesoros de la vida es tener a ese cómplice ideal, tú lo tienes, Emma ahora también lo tiene y él las tiene a ustedes.