crecer flores en arenas movedizas.
5 de agosto de 2022. 19ª edición.

¡Hola a mis personas favoritas del internet y de la vida! Cuando les preguntaba hace algunas semanas en stories si también sentían que estaban experimentando muchos cambios igual que yo, creo que no me imaginé que a mi vida llegaría uno enorme tan pronto.
El mes de junio pasado, cumplí dos años de haber tomado la decisión de independizarme. Esa palabra mágica que nos da tanto miedo y a la vez nos emociona. Hace dos años llegué a un lugar de paredes blancas junto con mi mejor amigo. Aún no puedo creer que ha pasado tanto tiempo y lo mucho que ha cambiado la vida desde entonces.
Cuando llegué no había gran cosa. Mi mejor amigo y roomie es abogado, así que digamos que su sentido de la decoración no es el mejor. Desde que me gradué, anhelaba el momento de habitar un espacio que, aunque no me perteneciera por completo, reflejara mi personalidad, donde pudiera poner mis colores, muebles bonitos y pasar tiempo con mis amigas; sobretodo, conmigo misma.
Poco a poco fui comprando mis propias plantas, una cafetera, platos, mi cama y mi colchón, un librero, tazas y una que otra decoración. Llegué aquí en pandemia, donde vivía en medio de la virtualidad y pasaba muchísimo tiempo a solas. Me hacía de desayunar, trabajaba, dormía la siesta, paseaba a mi perrito Lukas, hacía yoga en las tardes, veía la tele, regaba mis plantas. Eran momentos bonitos de intimidad conmigo misma.
El espacio fue cambiando, cada vez le puse más empeño, tiempo, dinero, energía, esfuerzo. Todo para que se viera bonito y sentirme en un hogar. Así fue como en un año y medio creo que llegué a la versión más parecida a la final de lo que sería mi departamento.
Me enamoré de muchas cosas muy simples al estar aquí: la manera en que entra la luz por la ventana en las mañanas, el aire helado que corre cuando hace frío, las paredes blancas, el olor a café en las mañanas, las ventanas que se atoran y no se pueden abrir, la cocina pasada de moda, las plantas que me alegraban con solo verlas, el cajón descompuesto, todas las tazas de café que me bebí, la barra desayunadora donde prácticamente aprendí a cocinar, los pelitos de Frida y Canelo que se colaban por en esquina (sobretodo en mi sillón verde favorito), la manera en que se ve el atardecer y el Cerro de la Silla justo en frente de mi ventana... Tantas y tantas cosas.
Aquí recibí la noticia de que Lukas (sí, es con "K", jajaj) había fallecido, al igual que cuando murió mi abuela. Fue este lugar el que me contuvo cuando ya no podía más de la tristeza por mi corazón roto y lo único que hacía era dormir, ni si quiera quería levantarme de la cama. Aquí eché las primeras raíces que venían realmente de mí, creé mi propio hogar. Y cuando menciono la palabra hogar me refiero también a crear un hogar en mí misma: aprendí a ser mi mejor amiga, mi mejor compañía, a tolerarme, aceptarme y finalmente, querer quien soy. Aprendí que a veces sólo me tengo a mí y con eso basta y sobra. Muchas veces hice a otras personas mi hogar y cuando ellas se fueron, me perdí; me quedé sin nada.
Fue en este espacio que entendí que lo que más necesitaba era construir una buena relación conmigo misma y lo que mi corazón anhelaba. Busqué mis propias rutinas y rituales mágicos: salir a caminar en las mañanas y en las noches con Frida, ir al café que está cerca, hacer limpieza los sábados, poner podcasts mientras me baño, regar las plantas el fin de semana, ir al súper y cortar la fruta al regresar, hacerme mi propio café y descubrir cuál es el que me gusta, leer en mis ratos libres y escribir mucho. No ha sido un camino fácil, por supuesto, pero creo que si nunca hubiera llegado aquí, no sería gran parte de lo que hoy soy.
Hace dos semanas mi roomie me dijo que nos tendríamos que cambiar. Sin dar mucho trasfondo, la noticia me cayó como una cubeta de agua fría. Sí, he recibido muchas noticias locas y bastantes cambios últimamente, pero jamás me imaginaría que dentro de tan poco tiempo, tendría que dejar el lugar que construí con inmenso cariño y que empezaba a parecerse a mi hogar. Después de varias vueltas, tomé la decisión de irme a otro espacio con Frida y Canelo. Uno de mis mayores sueños es tener un jardín enorme y esta casa no tiene un jardín enorme, pero sí tiene un patiecito por el cual estoy muy emocionada de comenzar a plantar y donde Frida pueda pasar las tardes cuando yo no estoy.
Se siente muy raro desprenderte en tan poco tiempo de un lugar que ha sido tan significativo para ti. Creo que es un duelo parecido al de acostumbrarte a dejar de ver a alguien en tu vida. Separar caminos, buscar otros rincones en el mundo que puedan contener todo lo que tú eres.
Aún creo que no he asimilado al cien por ciento la idea de que ya no estaré aquí, supongo que hasta que esté en el nuevo hogar. No soy una persona espontánea, no me da miedo el cambio, pero sí sobrepienso mucho mis decisiones y creo que la vida me está enseñando que debo fluir un poquitito más. Creo que no se trata de querer parar las olas, si no de aprender a atravesarlas con ligereza. Algunas olas seguro serán más fuertes que otras y se sentirán como el fin, pero si he aprendido algo es que todo pasa, de verdad. Un día sufres por algo y al otro día ya no duele, otro día algo llega y después se va. Lo único constante en la vida es el cambio y nosotras también vamos cambiando con ella.
Nunca he visto a una flor crecer en una arena movediza, pero sin duda, hoy me siento como una flor en medio de una tierra que se mueve de un lado a otro y de alguna u otra forma, trata de seguir con su proceso natural en un piso que no deja de moverse.
Qué raro será guardar todas mis cosas en cajas, las fotos, los libros, toda mi ropa, ver mis muebles arriba de un camión, ver las paredes blancas y desnudas, sin ningún cuadro que las adorne. ¿Cómo moveré mis plantas? ¿Les gustará la luz de su nuevo hogar? ¿Será suficiente el sol que les dé durante el día? Supongo que estas preguntas también las tengo sobre mi misma.

14 de noviembre, 2020 - Así nos veíamos hace dos añitos, cuando recién llegué al departamento. Entre plantas, mis libros, tacita de café en mano y mi perrito Lukas que me acompañó cuando en medio del caos, decidí buscar un nuevo lugar para crecer.

De las primeras cosas que compré fue un librero y obvio, muchas plantas.

1 de julio, 2020 - Aquí empecé las grabaciones del podcast con mis primeras invitadas. Todo a través de videollamadas porque la pandemia estaba en su peor momento. Ahora que lo recuerdo, cuántas cosas cambiaron frente a paredes blancas.
✨ Recomendaciones de la comunidad en general
💌 Un rincón bonito sobre libros - Hoy quiero hacer un shout-out a una persona demasiado especial, una amiga de la virtualidad que siempre, siempre, siempre que mando un newsletter, lo comparte en su historia de Instagram y hace unos edits bien preciosos con lo que escribo. La cuenta de Ivonne en IG, @ennovi.pond.books es un lugar bien lindo en el internet donde podrás encontrar mucho contenido sobre libros, escritura y cafecito. Gracias, Ivonne, con todo mi corazón, por siempre compartir lo que que hago y recibirlo con tanto amor.
☕ Mi cuenta favorita sobre café - Hace unas semanas conocí a Lexi cuando me invitó a una reunión para bloggers de café. Fue un evento súper lindo y conocí a otras personas con proyectos padrísimos y además compartimos nuestro amor por el cafecito. Te recomiendo seguir ThatCoffeeGirl para aprender sobre café de especialidad y descubrir cafeterías bonitas en Monterrey.
🐛 Crezcamos juntas este espacio - Hace dos años comencé inspirable y en los últimos meses he estado pensando en maneras de poder llevar este rinconcito al siguiente nivel. Tengo muchas ideas y una de las que más me gusta es comenzar a crear contenido especial para personas que busquen conocer más sobre mí, los procesos creativos a través de nuestras propias vivencias, escritura, libros y todo lo que ya saben que me apasiona. Te invito con mucha emoción a que abras tu cuenta en Patreon para que estés lista para los siguientes pasos de inspirable <3.
Así como las estaciones van y vienen, como las flores se marchitan, como el cielo cambia de color, como las orugas se hacen mariposas y la luna mueve su sombra con cada día que pasa: así somos nosotras. Somos constantes en la evolución. Estoy ansiosa por ya platicarles como me va en el nuevo espacio y qué nuevas aventuras nos deparan por allá. Gracias por acompañarme a través de toda esta metamorfosis.
Esta semana voy a:
Pasar una tarde sin celular.
¿Conoces a alguien que le interese este newsletter? ¡Invítale a ser parte de la comunidad aquí!
¡Estemos en contacto! Encuéntrame en Instagram, Twitter, Facebook y Spotify.💕
¿Tienes una idea, una marca o quisieras colaborar? Mándame un correo 🤩