Emma,
Ya vas a cumplir tres meses y siento que cada vez nos entendemos mejor, aunque no fue así desde el principio. Hace unas semanas vino tu abuelita Norma. - Yo también tuve una abuelita Norma, ¿sabías? No pudiste conocerla por que falleció tres años antes de que tú llegaras, pero fue mi persona favorita en el mundo entero. Espero que tú también tengas eso en alguien algún día. Tal vez hasta pudiera ser yo, quién sabe.
Mientras tu abuelita estuvo de visita, fuimos al centro de San Francisco y te llevamos con nosotras. Aquí no podemos dejarte al cuidado de nadie más, así que nos acompañas a cualquier lado que vamos. Fuimos a muchos lugares, al Muelle 39, a Ghirardelli Square, comimos In-N-Out y hasta viajaste en tranvía en los brazos de tu abuela, mi mamá.
Terminamos el día Chinatown, tu abuelita y tus tíos querían comprar unos recuerditos para llevar a Monterrey - Todavía no conoces Monterrey, pero es la ciudad donde tu papá y yo nacimos. De allá son nuestras familias (también tu familia) y la mayoría de nuestras amistades. Espero que pronto podamos llevarte, sé que te va a encantar.
Entramos a una tienda dentro del barrio chino donde vendían llaveros, imanes, sudaderas, camisetas, todo tipo de souvenirs. Terminamos de ver después de un rato y al acercarnos a pagar, la dueña de la tienda, una mujer joven, te vió tan chiquita y me preguntó cuántos meses tenías; le dije que ibas a cumplir dos meses apenas, se conmovió mucho y me regaló un pin para ti. Lo puso en tu chamarra. Era un pin con el dibujo de un dragón, me explicó que este año en el que naciste, el 2024, es el año del dragón en el calendario chino. Yo ya sabía ese dato, pero no le había tomado tanta relevancia.
Hace unos días recordé este evento, que pareció insignificante, pero después pensé: Ella es mi niña dragón.
(Aviso: a partir de esta parte, la palabra dragón se repetirá innumerables veces)
Desde el momento en que naciste noté en ti una voluntad de hierro por muchas cosas que fueron sucediendo. Desde el momento en que llegaste al mundo al salir de mi cuerpo, lloraste y tu llanto fue tan fuerte como el rugido de un león. Cuando lloras rompes en estruendo, sé que quieres hacerte escuchar. Lloras como diciéndonos “¡Aquí estoy! ¡Esúchenme!”. Me encanta escucharte rugir. El rugido de un dragón. De mi niña dragón.
Cuando te pusieron en mi pecho, levantabas tu cabecita con muchísima fuerza. Yo no había visto muchas bebitas recién nacidas como tú, pero me pareció una fuerza fuera de lo común en alguien que tiene minutos de nacida. Tu cuello estaba fuerte, tus brazos, tus piernas. En cada uno de tus movimientos veía toda tu fortaleza, tu voluntad de dragón. Parecía como si quisieras volar. Tal vez querías volar a aquel mundo donde te encontrabas antes. Aquel otro universo mágico. Tierra de dragones.
A partir de mi quinto mes de embarazo, me empezaron a dar síntomas terribles de reflujo. No podía comer absolutamente nada sin que me causara un ardor tremendo en el esófago. Se sentían como flamas. Desde que estabas en mi vientre, me inundabas el cuerpo con tu fuego de dragón. Cuando dormía, tenía que ponerme en una posición casi sentada, porque apenas me acostaba y sentía las llamas inundarme el pecho. Cuando naciste, te llevaste contigo las flamas; abandonaron mi cuerpo y no he vuelto a sentirlo desde entonces.
Llegaste a este mundo cuando hacía calor y aún no llegaba la supuesta temporada de lluvias de septiembre. Naciste el día once de este mes. Mercurio rige a Virgo, tu signo, el del mes de septiembre. Mercurio es el planeta más cercano al Sol, aquella bola de fuego gigante. Estás cerca de las flamas desde los astros que te rigen.
Emma, abandonaste mi cuerpo, pero en mí dejaste tu huella imborrable. Llevo en mi vientre las cicatrices de haberte cargado durante nueve meses. Me engrandecí tanto para contenerte, que a mi piel le salieron grietas que no se irán. Tuve que romperme para pudieras crecer. Emma, te llevo tatuada en mi vientre. Son las marcas de mi vuelo con los dragones.
Al poco tiempo de nacer, te movías más y más cada vez. A veces, cuando no te gusta estar en alguna posición o estás incómoda, te incendias, pateas fuerte, abres tus brazos como alas, empujas al cielo, yergues tu cabecita con majestuosidad. Me mandas señales a mí, una mortal que está aprendiendo a entender tus rugidos de dragón hambriento.
Todos los días, cuando comienzas a quejarte de hambre al despertar, voy a tu cama y me miras con tus ojos cafés, casi negros y profundos. Justo como los míos. También compartimos el color de piel, misma barbilla, nariz y cabello. Las cejas, las pestañas, manos, pies y el temple como los de tu papá. Me veo en ti, nos veo a ambos, pero al mismo tiempo eres idéntica a ti, como nadie más.
Además de todo esto, eres tan noble, alegre, contenta. En las mañanas me saludas desde tus sueños, cuando me acerco a tu cuna y sonríes. Me calientas el corazón, quemas mi alma con tu lealtad de dragón. Cuando te abrazo, me siento en casa. Me siento con el mundo entre mis brazos.
Emma, a veces me oyes cantar y sonríes. Te atacas de risa. No puedo cansarme de verte sonreír. Nos quiero siempre así: tú riendo mientras canto, yo cantando y tú riendo. Sabernos felices. Verte sonreír encabeza la lista de mis cosas favoritas.
Cuando me alejo, me sigues con la mirada y me observas casi todo el tiempo. Absorbes todo lo que soy y me queda claro que entiendes que soy tu mamá, que en el principio de los tiempos fuimos tú y yo una sola. No importa lo que haya alrededor, tus ojos me siguen a donde quiera que vaya.
Me brindas tu lealtad de dragón, no sé si en agradecimiento por haber sido tu primer hogar. Hija, aunque no voy a negar que me encanta ser la diana de tu mirada, desde ahorita te digo: No me debes nada. No hay deuda qué saldar.
Nos veo en el espejo a las dos. Tú al lado de mí, yo al lado de ti. Cara a cara. Tu cachete junto al mío. En mi piel se notan ya los casi treinta años de ventaja que te llevo en esta vida. Tu piel es nueva, impoluta. El aire, el sol y la tierra ya han dejado su huella en mi rostro. Ahora por el fuego de tu aliento de dragón.
Emma, jamás te he visto indefensa, desde el día en que llegaste a este mundo, me di cuenta de tu poder majestuoso. Te reverencio todos los días. Seré tu guardiana mientras me lo permitas y el tiempo me dé la vida. Hasta que despliegues tus alas de dragón y vueles a tus propios reinos. Espero me lleves contigo en algún vuelo, en algún viaje. Al menos llévame en tu corazón de fuego.
Que preciosa voz, Majooo, me hiciste llorar 🥹💖
Precioso, Majo 😍💗