Una persona que hace hogar
La importancia que ha tomado para mí la palabra hogar y cómo estoy descubriendo hacerlo.
(Escribo esto mientras termino de lavar varias cargas de ropa y pongo al corriente la limpieza de nuestro departamento.)
Quiero que escribir se vuelva para mí uno de los hábitos que estoy tratando de retomar. Ahora que tengo algo más de tiempo libre para pensar y divagar en mis propios pensamientos, vino a mi mente un tema del que tenía ganas de escribir desde hace varios años.
Considero que mi primer hogar, como ya les he contado anteriormente, fue casa de mi abuela materna, mi Tita. Pasé ahí mucho tiempo de mi infancia, incluso más que en casa de mis papás. El transporte escolar me dejaba en casa de mi Tita después del colegio y allí ella me recibía con la comida calientita y una tarde que nos esperaba juntas. Ahí fue dónde aprendí lo que era un hogar.
Me gustaba mucho de su casa que siempre había alguien y cuando no o había, estábamos ella y yo o ella, mi abuelo y yo o ella, mi hermano y yo. Siempre había un nosotras. Allí nos pasábamos las tardes viendo novelas, tomando café con galletas, horneando pasteles o platicando en las mecedoras que tenía en el porche. Ahí aprendí a amar las frutas, por que ella me enseñó a comerlas todas: melón, sandía, mango, manzana, naranja, mandarina, durazno, piña, ciruela.
Tenía su patio lleno de flores, plantas y cactus, todas distintas entre ellas y a todas les daba el mismo amor y cuidados. No me acuerdo cuestionarme en “qué trabajaba” mi abuela por que yo siempre la veía haciendo algo. Cuando no estaba cocinando, estaba limpiando los pisos, regando las plantas, barriendo el porche, planchando o lavando. Yo no sabía de alguien que trabajara más duro que ella. Ella era mi persona favorita en todo el mundo.
En junio de 2020 decidí irme a vivir independiente y fue una de las mejores decisiones de mi vida. Renté un departamento junto con un amigo roomie y comencé a hacer un segundo hogar. Siempre he tenido cierto gusto por embellecer las cosas, sobretodo los espacios, entonces fue en este departamento que sentí que pude explotar esta parte mía.
Aprendí a cocinar muchas cosas que me gustaban, a descubrir cuál era mi café favorito y dónde me gustaba más hacer el súper. Compré un montón de plantas, de las que muchas se quedaron en Monterrey con mi papá. Invitaba amigas todo el tiempo y la pasábamos increíble viendo películas, series, pidiendo de comer y hasta llorando juntas. Ahí organicé un desayuno de cumpleaños que es de los que más he disfrutado de todos. Disfrutaba mucho ir al parque que quedaba caminando cerquita y fue en ese tiempo que adopté a la Frida y al Canelo.
Ese espacio lo sentía tan mío y más aún con Frida y Canelo ahí. Era prácticamente nuestro pequeño mundo. Mi roomie y amigo casi no estaba en el depa por que su trabajo era muy demandante, entonces era casi un hogar para nosotros solitos. Me acuerdo que en ese tiempo tuiteé algo como: “Siempre quiero recordar este tiempo en que fuimos nosotros tres contra el mundo.” Se sentía tan cierto.
Durante esa época aún estaba latente la pandemia, por lo que durante casi dos años Frida y Canelo fueron indispensables para mí. Mi familia escogida. De mis plantas ni hablar, me enseñaban tanto día a día y me alegraba tener mis rinconcitos verdes de julietas, monsteras y romeros.
Después de que nos casamos, me mudé, no sólo de casa si no de país. Sabía que sería un reto grande el de aprender a hacer hogar un lugar tan lejos de lo que yo llamaba casa. Entonces fue que llegué y me dió muchísima ternura que el primer día Andrés me recibió con un pizarrón que decía “Welcome home”. Cuánto significado contenía esa pequeña frase. Por supuesto que me solté a berrear. Hogar no siempre es un lugar físico, también lo son las personas y había estado tanto tiempo lejos de mi persona que me movió todas las entrañas saber que este lugar tenía tiempo esperándome.
A lo largo de estos meses me he tomado el tiempo y la paciencia de convertir nuestro espacio en nuestro hogar, nuestro propio rincón del mundo. Ahora tenemos tres gatitos, Canelo, el Gordo y el Flaco y también a Frida. Me siento demasiado en paz con este hogar. Cocinamos y reímos aquí todo el tiempo, pasamos tiempo con nuestras mascotas y ya tengo mis propias plantas; descubrimos nuestro café favorito y todos los días preparamos el desayuno y la cena juntos. Recientemente integramos a la rutina ir al gimnasio, algo que nos ha venido súper bien a los dos en cuestión emocional y física. Frida tiene un espacio para salir a correr y pasear y los gatitos cada vez se acostumbran más a mí.
Este lugar es mi favorito en todo momento. Cada semana cambiamos las flores de los floreros y siempre estamos pensando qué más podemos agregar o cambiar. Hay días en que todos los animalitos se van a dormir con nosotros y no hay nada que me llene más el corazón, aunque mi cama termine llena de pelos y haya que lavar todas las colchas tan frecuentemente. Hacer hogar me hace demasiado feliz.
Nos hemos pasado estos meses en trámites y citas también. El otro día me preguntaron en inglés cuál era mi ocupación y había una opción que leía homemaker. Me quedé con esa. En español se traduciría como ama de casa, pero la traducción literal es persona que hace hogar. La amé. Decidí que quiero ser una persona que hace hogar siempre, no importa donde esté y aunque mi ocupación cambie. Hacer hogar con la persona que amo, nuestras criaturitas, plantas y manías me alegra la vida.
Luego te platicaré un poco más de cómo fue esta mudanza, tengo tantas cosas qué contarte.
¿Nos leemos prontito?
Con cariño,
Majo
Que precioso leerte, me encantó el significado literal de homemaker, yo también quiero ser ✨✨